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LA DISCIPLINA ES UN ACTO DE AMOR

El camino hacia la salud física y emocional y hacia la mente meditativa, se recorre con mucha paciencia y con un elemento fundamental: la disciplina


En todos lados leemos o escuchamos de los beneficios que tienen en nuestra salud integral prácticas como el deporte, la meditación, el yoga o la terapia introspectiva. Y sí, sin duda son elementos indispensables hoy en día para mantener nuestra salud física, mental y emocional, sin embargo, en medio de tanta información y tantas propuestas, la pregunta es ¿por dónde empiezo? ¿cómo hago para acallar la mente si no logro dejar de pensar ni un minuto? ¿cuándo puedo ir a hacer yoga o deporte si no tengo ni un minuto libre en el día o si cuando vuelvo a casa estoy muy agotada?


Lo primero que hay que entender es que el camino hacia la salud física y emocional y hacia la mente meditativa, se recorre con mucha paciencia y con un elemento fundamental: la disciplina.


Uno de mis maestros decía: «el único amigo verdadero que tienes es tu propia disciplina». Lo que quiere decir es que no hay nadie, ni un gurú, ni un maestro, ni una terapeuta, ni un instructor que pueda hacer el recorrido por ti. Tú y sólo tú puedes hacer este camino.




Es verdad que quienes llevan más años de recorrido pueden darnos las herramientas y las enseñanzas que deja la experiencia. Sin embargo, el camino debemos hacerlo nosotros mismos. Pero ¿cómo? Con un pie detrás de otro y sin fallar al compromiso diario de hacer algo bueno para nosotros mismos.


Todos los días puedes decidir hacer algo bueno por ti: hoy decides comer un poco mejor, hoy decides moverte un poco más, hoy pones un pequeño límite en alguna relación tóxica a la vez que cultivas la paciencia, la escucha, el amor en aquellas relaciones que te nutren e importan; hoy puedes tomarte un minuto de atención para notar tu respiración, ... Detenerte antes de responder desde la ira. Siente, pon atención, respira más profundo y agradece.


Cada acción, por pequeña que sea, cuenta cada decisión consciente y abona lo más importante que tienes: tu propia vida. Construir en tu día a día hábitos que se vayan convirtiendo en tu realidad cotidiana.


Tienes muchas oportunidades en 24 horas de decidir hacer pequeños cambios que mejoren tu salud. Pero eso sí, siempre con mucha disciplina. Comienza con pequeños pasos, pero comienza hoy y mañana no falles; y así un día detrás de otro.

Este es también el mejor antídoto contra el victimismo, la eterna queja, la desidia. Imponerte a ti misma, a ti mismo, hábitos que puedan darte el triunfo en las pequeñas batallas de la vida cotidiana.


Si adoptas esta filosofía no hay cabida para el victimismo, porque sentirás que tomas las riendas de tu vida, que está en ti, en la voluntad cotidiana de decirte sí a ti mismo. Si quiero vivir mejor, sentirme mejor, amar más, sufrir menos, di sí. Y detrás de ese sí, está la voluntad y la disciplina.

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